Carlos Gaceo demuestra que el talento no entiende de etiquetas al hallar la solución al problema de probabilidad de la Real Sociedad Matemática Española mediante el uso estratégico de la Inteligencia Artificial.
El tradicional Sorteo de Navidad no solo despierta la ilusión por los premios, sino también el ingenio de las mentes más curiosas. Este año, el desafío matemático planteado por Adolfo Quirós Gracián —profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y director de la Real Sociedad Matemática Española— ha encontrado una respuesta brillante en un lugar donde la superación es la norma: la asociación Activos y Felices.
Carlos Gaceo, voluntario de la organización, ha logrado resolver el complejo enigma probabilístico que EL PAIS publica anualmente. Su hazaña no solo destaca por la precisión técnica, sino por el método: la integración de la Inteligencia Artificial como una herramienta para potenciar el razonamiento humano.

El reto: Entre el azar y la lógica
El problema planteado este año exigía un dominio fino de la combinatoria. Se partía de un cajón con un número de décimos oculto (entre 30 y 40). La premisa indicaba que la probabilidad de extraer dos décimos pares era exactamente 1/6. El reto final consistía en determinar la probabilidad de que ambos décimos fueran, por el contrario, impares.
Tras aplicar el análisis de datos y la potencia de cálculo de la IA, Gaceo llegó a la conclusión que hoy valida la comunidad matemática: para que las cifras encajen, el número total de décimos en el cajón debe ser 33, de los cuales 12 son pares y 21 son impares. Con estos datos, la probabilidad de que ambos sean impares resulta ser de 35/88 (aproximadamente un 39,7%).
Más allá de los números: El fin de las etiquetas
El éxito de Carlos Gaceo trasciende lo numérico. En una sociedad acostumbrada a clasificar a las personas bajo etiquetas que a menudo limitan su evolución —ya sea por edad, diversidad funcional o trayectoria profesional—, este logro es un recordatorio de que todos poseemos habilidades y talentos latentes.
Desde Activos y Felices, la participación de Carlos subraya un mensaje vital: la tecnología, cuando se pone al servicio de la voluntad y el ingenio, actúa como un gran ecualizador. No se trata solo de «acertar un problema», sino de demostrar que el potencial humano es infinito cuando se eliminan los prejuicios que frenan nuestro crecimiento personal y colectivo.
«Las etiquetas son para los productos, no para las personas. Carlos ha demostrado que la curiosidad y la capacidad de aprendizaje no tienen techo», manifiesta Belen Aren, presidenta de Activos y Felices.
Este desafío de la Lotería de Navidad nos deja, por tanto, dos lecciones: una sobre la elegancia de las matemáticas y otra, mucho más profunda, sobre la importancia de confiar en nuestras capacidades, sin importar cuántas veces nos hayan dicho que tenemos un límite.
